Me adentro en las aguas profundas que genera la inmensidad del momento.
Una identidad que me hace de espejo para saberme más real y humana que nunca.
La intensidad de dos corazones latiendo al compás y sosteniéndose en estadios etéricos llenos de magia.
Permitiéndose ser y compartirse desde la verdad del alma, desde lo indefinido, desde la creación constante de la vida.
La evolución que marca el tiempo en el vínculo para ir dándole forma a cada paso.
Me abro y me expando para seguir llenándome, para seguir dándole un nuevo formato a todo lo que siento, a todo lo que soy, a lo que somos y creamos.
Indagando en las partes muertas que aún anidan en el interior se cierra una temporada que iba de eso, trascendí buceando en las profundidades del alma y desde ese lugar oscuro una semilla comenzó a emitir la luz, todo lo que sembramos y cuidamos nos genera abundancia, yo soy tierra y soy la que la cuida, nutre y le entrega su amor.
Desde la pureza del alma me entrego al plan sagrado que la vida quiere para mi.
Este viaje me trae espejos donde mirarme, amarme y ser. En plena esencia.
Las manos llenas de barro y el corazón puesto en cada gesto, en cada mirada que habla por sí misma, la comunicación surge en tantos planos que es casi imposible no leerla.
Lo envuelvo todo en un Fractal sagrado que lleno de amor en cada suspiro
Buceamos en lo profundo y también nos elevamos al mismo cielo
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