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Hay heridas que lo invaden todo, como una mañana de niebla espesa.


Trabajar con la sombra se hace esencial en estos tiempos donde la reestructuración de la frecuencia en que vibramos está cambiando constantemente.


Cuando la densidad me permite ver y habitarme en esta nueva configuración soy consciente de que el camino ha vuelto a empezar, el tránsito hacia dentro, nuevos saltos al vacío desde la nada.


Me asomo al precipicio y solo me queda abrazarme una vez más para saberme la mejor y única compañera de este viaje que se abre paso ante mis pies.

El dulce salto al vacío.

Habitarme en la nada siendo parte del todo.

Vibrarme en esta nueva frecuencia que vengo a encarnar.







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