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Una intensidad que encarno en cada una de mis células.

En el paseo mas intimo por mi propio autoconocimiento me sigo redescubriendo y asombrando a cada paso, el trabajo de la sanación que nos atiende es un camino infinito que nos acompaña desde el principio hasta el fin de nuestros días cuando mostramos el valor de mirar hacia dentro.


En estos nuevos tiempos en que todo se está regenerando me habito en mis días mas oscuros y mi sorpresa al llegar allí es que aquellos cálidos escondites donde podía refugiarme son desconocidos para mi conciencia ahora.

Observo la fragilidad que me rodea al expandirme en esta nueva forma que estoy adoptando mientras se va poniendo luz en aquellos rincones oscuros y ahora desconocidos.


Una rigidez suprema que posee a mis emociones para hacerle más costoso el salir a bailar por este escenario que hoy estoy creando.

Una herida de mi niña interior ahora poseída por todo un inconsciente colectivo y una neblina neptuniana que a penas me deja ver, pero no va a impedirme al menos intentarlo.


Una diosa que me gobierna desde el medio cielo para empujarme a cada instante al precipicio de la vida, a mecerme en su vaivén para seguir observándome, conociéndome, amándome y acompañándome en mi paseo por las sombras.


Ya son 379 lunas en un ciclo que a cada instante viene a desnudarme de todo lo que no sirve, que me devuelve un poco mas al centro de la mujer salvaje que soy y que habito con la certeza de que somos seres divinos encarnando un cuerpo lleno de alquimia divina.











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